Language

Moscas estériles contra el gusano barrenador: una historia de cooperación transfronteriza

En el vasto campo de la medicina veterinaria y el control biológico de plagas, pocas historias son tan exitosas —y fascinantes— como la del combate contra el gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax). Este parásito devastador, que alguna vez causó enormes pérdidas económicas en México y América Central, hoy se encuentra bajo control gracias a una estrategia única: la liberación masiva de moscas estériles. En 2025, esta técnica no solo continúa vigente, sino que se fortalece con la cooperación binacional entre México y Estados Unidos, especialmente a través de una planta clave en Texas.


¿Qué es el gusano barrenador?

El gusano barrenador es la larva de una mosca que deposita sus huevos en heridas abiertas de animales y humanos. Cuando las larvas nacen, se alimentan del tejido vivo, causando infecciones severas, pérdida de peso en el ganado, e incluso la muerte si no se trata a tiempo. A mediados del siglo XX, este parásito representaba una amenaza constante para la ganadería en México, el sur de EE.UU. y América Central.


La solución: moscas estériles

Desde la década de 1950, los científicos desarrollaron una estrategia revolucionaria para erradicar al gusano barrenador: criar millones de moscas macho en laboratorios, esterilizarlas mediante radiación y liberarlas en zonas infestadas. Al no poder reproducirse, las poblaciones silvestres disminuyen rápidamente. Este método, conocido como Técnica del Insecto Estéril (TIE), ha sido reconocido mundialmente como uno de los programas de control biológico más efectivos de la historia.


La planta de Texas: corazón del esfuerzo en 2025

La clave operativa del programa está en la Planta de Producción de Moscas Estériles en Pacora, Texas, operada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) en colaboración con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) de México. En 2025, esta planta produce más de 2 mil millones de moscas estériles por semana, que se distribuyen principalmente en la frontera sur de México y en países de Centroamérica.

Gracias a tecnologías más avanzadas de cría y esterilización, la eficiencia de producción ha aumentado, permitiendo reducir costos y ampliar la cobertura. Las moscas son transportadas en aviones y liberadas desde el aire en zonas estratégicas, principalmente en Chiapas, donde México mantiene una franja de contención activa para evitar el reingreso del parásito desde el sur.


México y su papel en la vigilancia

México, libre del gusano barrenador desde 1991, mantiene una vigilancia epidemiológica activa y es parte esencial del programa internacional. A través del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA), México colabora con países centroamericanos en una estrategia de contención que protege no solo a su territorio, sino también a Norteamérica entera.

En 2025, el programa recibe un impulso renovado con inversión en nuevas tecnologías de monitoreo genético y geolocalización para identificar posibles focos de reaparición, además de capacitación constante para veterinarios y técnicos de campo.


Una victoria silenciosa

La historia de las moscas estériles es un ejemplo de cómo la ciencia, la cooperación internacional y la persistencia pueden eliminar una amenaza que parecía imposible de controlar. Aunque invisible para la mayoría de la población, este esfuerzo continuo ha salvado millones de cabezas de ganado, protegido ecosistemas y evitado pérdidas económicas multimillonarias.

Hoy, gracias a la planta de Texas y el compromiso binacional, México y sus vecinos siguen ganando la batalla contra un enemigo silencioso —con la ayuda, irónicamente, de una mosca que no puede reproducirse.